martes, noviembre 23, 2010

Teoria de la máscara



Está dentro de las máximas preocupaciones del ser, el encontrar la plenitud total. Felicidad, la llamarían algunos.
Pero en tan enconada tarea estos seres solemos olvidar que resulta mas practico buscar la manera de adaptarnos al ambiente y no modificar este en a favor de nosotros, máxime cuando el único mundo que queremos ver perfecto es el nuestro… ¿darwiniano, no?
La llamada “felicidad” no es otra cosa que la transformación de nuestras condiciones reales externas, a las expectativas que cada quien posee. Yo, por ejemplo sigo aferrado a una expectativa, y han sido tantas las ocasiones en que me he planteado lo conveniente o no de mantenerla, que en ocasiones me detesto por tener tan poco carácter para asumir ciertas cosas.
La debilidad parcial que ello denota es la primera barrera que otros al igual que yo tienen enfrente y, de otro lado, la felicidad.
No consiste pues en una debilidad mental ni física; nisiquiera emocional, sino en una escasa fortaleza para buscar alternativas “planes B” con los cuales retomar el curso de una vida feliz.
Por lo que se suele buscar ese valor escaso en el reforzamiento de algunas fortalezas del ser, como su capacidad de crear – o destruir – según sea el caso.
Tal recurso representa nada mas que un escape, pretender mimetizar esa realidad que no podemos transformar, pegarle un parche.
Y a través de ese ejercicio han surgido muchos hombres y mujeres importantes, que mientras se escapaban de su debilidad encuentran el camino de su máxima fortaleza, y tal vez fueron personas felices por ello… aunque solo ese o esos seres en particular conocen su procesión interior.
La evolución de estos hechos nos muestra una transición anhelo→ realidad→ debilidad→ desvío de esta→ fortaleza→ coraza→ máscara.
Tras la máscara esta el ser débil; algunos tienen una, otros, un completo ajuar.
El vestido de la debilidad es y será siempre una máscara, en ocasiones fuerte como roca, otras, flexible, algunas otras resistente al desgaste, pero indefectiblemente una máscara.
Incluso hasta la posición de parecer autentico y de creerse el cuento es una máscara que disfraza alguna bajeza, un componente blando de la anatomía de nuestra utópica realidad.
A qué músico famoso no le habrá pasado que llegó a ese punto de grandeza por escapar de un amor imposible→ su debilidad, y llego a la cima; o que pintor se dedico a plasmar sus frustraciones y resultaron ser tan universales que lo hicieron ídem.
O por si es solo coincidencia recordar al tipo blando de la clase que un buen día cambió de actitud y se convirtió en el eje de su propio ambiente; loado y admirado, respetado y querido, odiado y envidiado, signos estos últimos de algún grado de importancia social.
Ejemplos que a todas luces vislumbran un hecho que para mi es completamente claro: no ha habido ningún gran logro en la humanidad basado en la genialidad de nadie, sino en un momento de debilidad.
Si, la historia se hace con debilidades y máscaras, algunas más caras que otras.
Entendiendo la evolución del mundo, ya sea individual o social, bajo este criterio (o más bien regidos con fe en la anterior aseveración)el mundo nada sería sin los débiles que en su único acto de valor lo pusieron a girar a su acomodo.
Tampoco estoy abogando por la debilidad de nadie, aunque de pronto si la mia, pero veo que el arte de construir mascaras no es de valientes
Primero, porque no lo necesitan.
Segundo, porque no existen.
El día que dibuje el primer boceto de mi mejor mascara estaba en un momento tan grande de debilidad que solo e esa mascara veía la oportunidad de sobrevivir.
Como si yo fuera de cera y un fuego cercano me estuviese derritiendo irremediablemente y creyera que haciendo un nuevo y buen molde me permitiera sobrevivir.
El día que visualicé mi primer gran máscara había llorado y renegado de mi debilidad tanto que incluso pensé que esta no me dejaría nisiquiera hacer el primer trazado de mi boceto…
Pero surgió mi único acto de “valentía”, así que…
Tomé papel y lápiz y con denuedo comencé a cruzar y cruzar líneas; borraba, rayaba; lo intentaba de nuevo. Ensayo y error. Como se estila en el lenguaje científico.
Hasta que en la hoja arrugada y pálida surgió algo con cierta forma, y lo que ante mis ojos tenía, pareció ser la solución.
Pero como se dice coloquialmente, una cosa es lo que está en el papel y otra muy diferente es la que debería estar recreada por fuera de este.
Porque aunque el dibujo fuera estéticamente bello, matemáticamente perfecto, racionalmente lógico, era materialmente imposible.
Así que continué trazando y dibujando y haciendo y deshaciendo y trazando y borrando…intentándolo.
Hoy, creo que mi vida se mueve con un intento como motor y una debilidad como tracción; viendo y releyendo cada día que pasa mi primer boceto y sus subsiguientes, siempre queriendo ser cualquiera de ellos, porque aún siendo experimentos, son los moldes en los cuales me quisiera verter.
Mientras tanto, vivo en esta máscara que me hace un tanto feliz (ó…un tonto feliz).
Pero las mascaras por fuertes, flexibles ó resistentes al desgaste, alguna vez se rompen, y antes de que eso suceda debo elaborar una nueva.
Por ahora mi único remedio, escape y ruta seguirá siendo escribir.
Medellín, noviembre de 1.999.





2 comentarios:

Unknown dijo...

tienes mucha razon en lo que escribes, aunque tambien muchos de los triunfos de las personas se deben a la casualidad, algunos cientificos buscan un asunto diferente al que estan investigando y terminan encontrando una vacuna o una teoria que revoluciona al mundo.

Jezsi Gc dijo...

A qué hace referencia ese boceto en el que te empeñaste tanto?....