domingo, diciembre 05, 2010

Cuando el Éxito es un juego de azar.


Sábado.

Nunca se imagino el artista que hizo que el sombrero vueltia´o se convirtiera en el símbolo pop de nuestra Nación, que su gloriosa y bien amasada fama de los últimos años, idolatría popular con restaurante incluido, pasaría a un segundo plano: esa tarde-noche lluviosa su otro rival en la tarima no era el artista que le seguiría; era un ídolo más poderoso, la fortuna.

Llovió más que cualquier día, como si Dios quisiera ablandar la miseria humana que iba en procesión detrás de un milagro llamado éxito, ese día sábado, vestido del diablo del azar.

Siguiendo los pasos de muchos (muchísimos más de los que llegue a pensar que acudirían) enfilé hacia el punto de encuentro, el corazón verde de la capital, escenario recurrente de masas que se reúnen a profesar sus idolatrías a costo mayor.

En una ciudad de picos y placas no es extraño que un no tan tranquilo sábado de temporada navideña tenga las calles atestadas de vehículos que tragan asfalto mas que vacas su pasto, y que huyendo a la torrencial lluvia que por estos días hunde el espeso smog citadino, el transporte urbano que agoniza en momentos previos al inminente SITP se vea atestado.

Si quieres conocer el pueblo colombiano, súbete en un bus del servicio urbano”, rezaba la estrofa principal de una ochentera canción de corte popular y al abordar uno de estos marchitos aparatos, noté con innegable sorpresa que el comentario colectivo, no era el crudísimo invierno que conmisera hasta el mandatario rudo, sino el evento que yo mismo, en un acto de necia indignidad quería vivir.

El bus en que me subí llevaba también muchas almas que seguían la estrella y el anhelo de recomponer su paupérrima navidad con un golpe de suerte.

RITO DE APERTURA

Los peregrinos andaban los enlodados pasos, con miradas ausentes del mundo real, quizás recreando el momento sublime de pararse en la tarima a recibir el premio a su sacrificio; estamos enseñados por generaciones que el sacrifico es el abono a la redención y cada uno de ellos se sentía bendecido por esta condición; luego de un penoso ya estaban en el templo donde en un momento determinado se produciría el esperado milagro.

Todo ritual es sistemático, requiere de letanías, ofrendas y entrega absoluta al predicador, por lo que el de esta tarde-noche de sábado no podría recurrir a la excepción, y como toda misa que se deba respetar por tradición, las intenciones del día deben dirigirse a un objeto determinado por la acción de la misma….

El rosario de sorpresas continuó con un homenaje insospechado a la fuerza pública era el introito.

Apelando a la lucha en las selvas nacionales como motivo de acto penitencial y un breve discurso de ablandamiento moral al acto, la marcha militar se apoderó del tintineante fragor que las interminables gotas olorosas a oxigeno cargado de plomo y alquitrán producían como el cántico celestial que precede la iluminación.

Un panorama lleno de sombrillas maltrechas de rostros aguados y de temblores, ora de frío, ora de ansiedad, dio paso seguido al Kyrie Eleison, petición airosa a modo de “señor, dame la fuerza, dame la fortuna y dame tu bendición en la obtención de este milagro: señor, ten piedad”. La oración colecta fue la débil entonación de un himno nacional resquebrajado pro la falta de fe en las instituciones nacionales.

La prédica rompió el acto sagrado cuando anunció la participación de aquel artista cantaría para los fieles: ni en sus años de gloriosa admiración se imagino que este contrato inocuo lo llevaría a un abucheo unánime: la gente venía, se mojaba y sufría el rigor del frío para obtener un premio, y este no era precisamente un concierto gratuito que en otras condiciones recibirían con agrado. El tótem del esta tarde-noche de sábado no era musical :

“niego que las riquezas sean un bien: pues si lo fuesen, harían hombres buenos; ahora bien, como lo que se encuentra entre los malos no puede llamarse un bien, les niego ese nombre. Por lo demás, concedo que han de tenerse, que son útiles y proporcionan grandes comodidades a la vida.”

Y llevado del acto de ennoblecimiento por la causa por la cual le pagaron, hizo su show con estoicismo...interminable para el peregrino cansado, hambriento y necesitado del don de la fortuna.

Como entro se fue y el pago público, el aplauso fue tan frió como el clima de aquella jornada.

LITURGIA DE LA PALABRA

- “¿a que vinimos?”

- “!!a ganar¡¡

- “¿a que vinimos?”

- “!!a ganar¡¡

Las aleluyas comenzaron; el predicador anunció la razón de ser de este peregrinaje y la feligresía gritó al unísono que estaban allí, y que el milagro colectivo les correspondía en gracia.

Los 6 cupos al cielo estaban listos y servidos; la gente los esperaba así fuere que el guarismo sonase demoniaco, que más da, los caminos del señor son misteriosos…

Seguía lo homilía, los milagros estaban por obrarse.

El ansía se volvió el objeto visible de la alienación, y confundido entre los múltiples temblores, el tremolar de las manos con el fetiche de la fortuna entre ellas salió a relucir con su intenso color amarillo; una teatral parafernalia dio curso a la preparación colectiva; el ritual de fortuna comenzaría en ese momento, y en las rutilantes pantallas se exhibían el codiciado primer milagro.

La oración universal se elevó y los fieles se aprestaron al acto central

LITURGIA DE LA EUCARISTIA

El escenario se dispuso a la preparación de los dones y de modo ferviente, el predicador, conductor de la magia anunció con la experticia que se estila en el que ofrece ilusiones:

- E 5¡

- X 23¡

- I 41¡

- T 49¡

- ¿Les sirve?

- Siiiii (responsorial obligado)

- O 75¡

La señora de al lado guardaba el cartón amarillo del misal en su biblia personal y un casi imperceptible susurrar que sugería una plegaria de bendición, acompañaba cada anunció del que llevaba en su voz la combinación que - de ser correcta y completa – la podría en la diestra del dios padre de turno para la piadosa mujer.

- O 75¡

- X 16¡

- I 33¡

- ¿Les sirve?

- Siiiii (responsorial obligado)

- T 55¡

- E 2¡

HAY UN SALVADO, LO DICE EL ORACULO¡¡¡

Y el paroxismo se apoderó de la grey.

En el tablero aparecía una secuencia cabalística que tenía un dueño, predestinada para si desde que le fuera entregado, certificado absoluto de su pertenencia, único e intransferible.

Presa de la emoción que insufla una colectividad, un premio y la dicha, se sube la portadora del número de la bestia, mas, ¡oh¡ la bestia fue la señora que en medio de la euforia, su visión se nubló y quizás realmente vio en su amarillo cartón el numero que la llevaría a la primera de las glorias, dicen que cada quien ve lo que quiere ver.

Hubo algo de piedad por parte de la feligresía; la mujer fue tocada en su frente pero no se desmayó…el milagro no era para ella, no era la elegida, y con negra pena se bajó del atríl, suponemos que a mascullar su tristeza…y su vergüenza.

Luego del impase…

HAY UN SALVADO, LO DICE EL ORACULO¡¡¡

Y con escepticismo que traen estos impases se espero con impaciencia la aparición de verdadero bendecido.

Los incontables segundos se juntaban en una fila de zozobra, hasta que…

¡ALELUYA¡ AQUÍ ESTA EL ELEGIDO¡

El ciclo se repitió tres infinitas veces, no sin haber falsos elegidos y verdaderos marcados por la suerte, hasta que un nuevo cántico, esta vez mas aceptado, por actual y por convertirse en bálsamo para la tensión ardiente, lleno el aire por fin libre del incesante goteo; las palmas lo acompañaban sintió que tal vez las tres primeras revelaciones abría y mantenían un halo de esperanza que unía corazones, que dibujaba sonrisas y que alentaba anhelos. Los vecinos de hombro, apiñados a fuerza de espacio y necesidad de calor eran ahora grandes amigos que se daban apoyo, así supieran que en breves momentos sus vidas tomarían caminos distintos.

No estaba de mas desearles suerte, quizás ese hipócrita acto de generosa bienaventuranza, sería suma a la mía propia. Por una vez en el acto éramos todos uno.: la paz sea contigo.

Las esperanzas se redujeron a dos, la suerte a lo que quedara de esta migaja de fuerza de fe y a – verdaderamente – un milagro.

Dicho milagro se produjo, mas lejos de lo que yo hubiera querido, para dar abrazo beato a algún vecino (o para mi mismo) y en dos ocasiones la alegría se quedó en algún hogar anónimo.

RITO DE DESPEDIDA

“mariposas amarillas, Mauricio babilonia, mariposas amarillas que vuelan liberadas”

Así volaron los cartones amarillos luego de que se certificó el último elegido para la gloria pre navideña.

Y pegadas a esos cartones volaron todas las esperanzas que empujaron al gentío esa tarde-noche lluviosa de sábado.

La marcha final, con la promesa de un placebo musical y pirotécnico para quien se quedara, pero éramos muchos quienes el frío y la desesperanza nos empujaron al mundo real, ese donde no hay milagros sino trabajo escaso y mal pago y espacio para fantasear sobre un “qué hubiera pasado si…” única ilusión del que nada obtuvo.

Un largo camino a pie fue la garantía de regreso a casa, pues la turba que vivía más lejos ocupaba el escaso transporte que perezosamente transitaba por el mojado asfalto circundante del pulmón de la ciudad, todos sin excepción, queríamos salir en coche…pero solo lo pudieron hacer seis: los elegidos por el milagro.

Solo seis tuvieron ÉXITO; para los demás el éxito es solo un bingo; un juego de azar.